El ojo

Dijo el Ojo un día:
"Más allá de esos valles veo una montaña envuelta en una niebla azulada. ¿Verdad que es hermosa?"

El Oído, que lo oyó, estuvo un largo rato escuchando y dijo:
"¿Dónde está esa montaña? Yo no la oigo."

Entonces habló la Mano:
"Estoy tratando de sentirla y de palparla, pero no encuentro ninguna montaña."

Y el Olfato aseguró:
"No hay ninguna montaña. Yo no la huelo."

Entonces el Ojo miró hacia otra parte y todos empezaron a comentar la rara alucinación sentida por el Ojo. Y dijeron:
"Al Ojo debe pasarle algo."

 


Página principal


Índice de poesía


Página principal


Índice de poesía