Omar Khayyan fue un matemático, astrónomo y poeta persa. Nació en el 1040 en los alrededores de Nischapur (Khorasan). Su poesía es la expresión de su propia vida, el fruto de su experiencia. Es algo personal que no estaba destinado a publicarse. Hoy día está considerado como uno de los poetas persas más relevantes de todos los tiempos.

 

«¿Temes lo que puede traerte
el mañana?
No te adhieras a nada,
no interrogues a los libros ni a tu prójimo.
Ten confianza; de otro modo,
el infortunio no dejará de justificar tus aprehensiones.

No te preocupes por el ayer:
ha pasado...
No te angusties por el mañana:
aún no llega...
Vive, pues, sin nostalgia ni esperanza:
tu única posesión es el instante.»

 

IV

Procede de forma tal que tu prójimo no sufra con tu sabiduría.
Domínate, domínate. Jamás te abandones a la ira.
Si quieres conquistar la paz definitiva,
sonríe al Destino que te azota y nunca azotes a nadie.

V

Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana,
esfuérzate por ser feliz hoy.
Coge un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando
en que mañana quizás la luna te busque en vano.

XV

Más allá de la Tierra, más allá del Infinito,
buscaba yo el Cielo y el Infierno.
Pero una voz grave me dijo:
"El Cielo y el Infierno están en ti".

XXI

¿Cuándo nací? ¿Cuándo moriré?
Nadie recuerda el día de su nacimiento ni es capaz de prever el de su muerte.
¡Ven dócil bienamada!
Quiero olvidar en la embriaguez el dolor de nuestra ignorancia.

XXVI

El mundo inabarcable: un grano de polvo en el vacío.
Toda la ciencia del hombre: palabras.
Los pueblos, las bestias y las flores de los siete climas: sombras.
El fruto de tu constante meditación: la nada.

XXXIV

Gira la Rueda de la Fortuna sin reparar en los pronósticos de los sabios.
Renuncia a la vanidad de contar los astros y medita mejor sobre esta certeza:
has de morir, no volverás a soñar
y los gusanos del sepulcro o los perros vagabundos devorarán tu cuerpo.

LII

Si sembraste en tu corazón la rosa del Amor,
tu vida no fue inútil. O si intentaste escuchar
la voz de Dios, o si alzaste tu copa sonriendo de placer,
tu vida no fue inútil.

LIX

Mi nacimiento no trajo ningún bien al mundo.
Mi muerte no disminuirá ni su esplendor ni su grandeza.
Nadie pudo jamás explicarme para qué he venido 
ni por qué he venido, ni por qué me iré.

LXII

Un poco de pan, un poco de agua fresca,
la sombra de un árbol y tus ojos.
Ningún sultán más feliz que yo.
Ningún mendigo más triste.

LXIII

¿Por qué tanta delicadeza, tanta ternura al comienzo de nuestro amor?
¿Por qué tantos cariños, tantas delicias después?
¿Y por qué hoy tu único placer es desgarrar mi corazón?...
¿Por qué?

XC

Me pregunto sobre lo que en verdad es mío.
Me pregunto sobre lo que quedará de mi después de muerto, la vida transcurre como un incendio.
Llamas que el romero olvida, cenizas esparcidas por el viento:
tal es la existencia humana.


Los sabios de mayor renombre caminaron en las tinieblas de la ignorancia;
fueron, sin embargo, las lumbreras de su tiempo.
¿Su obra? Dijeron unas cuantas palabras confusas
y se quedaron, después, profundamente dormidos.

 

Tuve maestros eminentes y me vanaglorié de mis triunfos. Al
recordar lo sabio que era, pienso en el agua que toma la forma del
vaso que la contiene, o en el humo que disipa el viento.

 


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